El abastecimiento de agua era un aspecto esencial para el funcionamiento de las ferrerías. En principio, Gipuzkoa es un territorio con fuerte pluviosidad, que cuenta, en términos generales, con importantes recursos hidráulicos. Las fuertes pendientes del relieve dan como resultado una red fluvial compuesta por ríos cortos, de caudal no muy elevado pero constante. Pero no podemos olvidar que, dependiendo del terreno, varía la escorrentía de los diferentes ríos. A este dato hay que añadir que en los meses estivales las precipitaciones se reducen, por lo que, las ferrerías que se alimentaban de ríos poco caudalosos se veían obligadas a cerrar durante este periodo.
Para hacer frente a los problemas de abastecimiento hídrico los ferrones aplicaron una serie de ingenios. Levantaron presas donde el agua se almacenaba para posteriormente canalizarla hasta las ferrerías. Pero las fábricas en las que precisaban de grandes abastecimientos o en las que el agua provenía de diferentes caudales esta medida no era suficiente, por lo que construían unos depósitos amplios colocados inmediatamente antes de la antepara: los embales de regulación.