Ferrería hidráulica

Con el paso del tiempo llegará una innovación: la fuerza humana será, en adelante, sustituida por la energía creada por el agua. Un adelanto que va introduciéndose a partir del siglo XIII y que remodelará de manera importante nuestro paisaje: las márgenes de los ríos pasarán a ser los nuevos espacios donde trabajar el hierro; complejos sistemas de presas, canales y embalses se construirán para asegurar el abastecimiento de agua; y grandes edificios, que contarán con depósitos elevados donde guardar el agua que accionará las ruedas, se levantarán por todo el territorio.

La primera ferrería de la que se conoce el nombre en Gipuzkoa es la de Gibelola, construida en Legazpia en 1329. Pero a ésta le seguirán muchas más, hasta superar los dos centenares de fábricas. Existieron diferentes tipos dependiendo, en su mayoría, de si en ellas se elaboraban tochos de hierro o si se dedicaban a trabajar estos tochos en barras y productos más elaborados.

Una revolución, procedente de Inglaterra, fue la causante de su desaparición; la invención de la máquina de vapor supuso grandes cambios en la industria que afectaron directamente a la siderurgia europea. Hornos altos, de dimensiones mayores a las utilizadas hasta el momento, se levantaron por todo el continente. Se comenzó a producir de manera industrial, y los hornos bajos utilizados en Gipuzkoa, aunque producían hierro y acero de mayor calidad, no pudieron competir ante estas nuevas instalaciones.

Excavación arqueológica en la ferrería de Yurre (Idiazabal, 2000) Excavación arqueológica en la ferrería de Yurre (Idiazabal, 2000) Excavación arqueológica en la ferrería de Yurre (Idiazabal, 2000)

La fundación de la Fábrica de Hierros San Martín, levantada en 1860, es un ejemplo de la época. Para hacer frente a los gastos de la obra, el ferrón que trabajaba en Igartza se asoció con el de la ferrería de Yurre y con un tercer socio, Francisco de Arana. En un primer momento trabajaban con metal producido en las ferrerías pero, pronto, en 1862, construyeron un horno alto, el primero de Gipuzkoa, y tres años más tarde el segundo. Llegaron a producir 42000 quintales métricos de hierro fundido, obligando a las ferrerías a abandonar la producción. Marcó el inicio de una nueva etapa en la siderurgia guipuzcoana. Las ferrerías, que un día simbolizaron el avance, quedaban obsoletas y cerraban sus puertas ante los tiempos modernos que se avecinaban.

Vista general de la ferrería de Endara (Irun)En la actualidad conservamos gran parte de este patrimonio. Lamentablemente, en algunos casos únicamente conocemos el emplazamiento donde pudo situarse gracias a la toponimia. En muchos otros casos, sin embargo, son reconocibles partes importantes de las antiguas instalaciones. Testimonios de una época pasada que forman parte de nuestro legado patrimonial.



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