Horno alto

La Revolución Industrial marcó una nueva etapa. El horno alto, sistema que se conocía en la mayoría de Europa desde la Edad Media, sustituyó al horno bajo y abierto que había sido utilizado hasta el momento en las ferrerías de Gipuzkoa. Y con esto cambió el proceso de tratamiento de hierro; ya no se trabajaba en una sola fase. A partir de ese momento el procedimiento era diferente. En el vientre de estos nuevos hornos, en la parte más alta, se alcanzaba una temperatura a la que la masa de hierro introducida fundía. Cuando el líquido caía a la parte inferior del horno, la densidad hacía que el hierro y la escoria se separaran, extrayendo el resultado por diferentes orificios. Pero aquí no terminaba el proceso. Para obtener acero era necesario que el material fundido que se obtenía de este proceso, conocido como arrabio, se sometiera a un segundo tratamiento: el refinado. De esta manera se le otorgaba la carburación necesaria.

Horno alto en Dol y Clochydd (Gales) Horno alto del complejo siderúrgico de Engelsberg (Suecia), siglo XVII

La industrialización trajo consigo otras novedades. Poco a poco, el carbón vegetal dejó de ser la fuente de energía de los hornos. Tras largos siglos de tala de árboles, el carbón mineral se presentó como la alternativa a la leña. La Revolución Industrial incrementó en gran medida la demanda de hierro y acero, y la madera se presentaba como un recurso muy limitado. Ya en el siglo XVIII se importaba carbón mineral desde New Castle para su uso en la Fandería de Rentería. También la ferrería de Olaberria, a partir de este siglo, utilizó este tipo de carbón para llevar a cabo el proceso de elaboración de hierro. Ante los nuevos avances, las ferrerías hidráulicas pasaron a ser historia.



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